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PROBLEMAS DEL SUELOS, PRINCIPAL MOTIVO DE DESLIZAMIENTOS EN BARRIO DE AMAGÁ, ANTIOQUIA COLOMBIA

PROBLEMAS DEL SUELOS, PRINCIPAL MOTIVO DE DESLIZAMIENTOS EN BARRIO DE AMAGÁ, ANTIOQUIA COLOMBIA

Medellín, mar. 27 de 2014 - Agencia de Noticias UN- Los derrumbes de velocidad lenta que se presentan en este municipio antioqueño son originados por las características de los materiales de los suelos, su humedad y el deterioro de las viviendas del sector. Así lo determinó un estudio realizado por un grupo interdisciplinario de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín contratado por Corantioquia. El objetivo principal de este proyecto, realizado durante 2013, era hacer un diagnóstico y una serie de recomendaciones sobre la emergencia que viene soportando el barrio La Esmeralda del municipio de Amagá, desde 2008. Allí se presentaron deslizamientos y colapsaron viviendas y vías aledañas a la quebrada La Ceibala. Inicialmente se especuló que las causas tenían que ver con la explotación minera que se desarrolla en la zona.

 
José Humberto Caballero Acosta, profesor del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la U.N. y coordinador de la iniciativa, explicó que luego de las investigaciones se pudo determinar que estos derrumbes estaban relacionados con las características de los materiales, es decir, con las rocas que hay en ese sector. “Además de eso, había algunos depósitos de vertientes naturales encima de la roca y varios rellenos artificiales que la gente había realizado durante el tiempo de construcción del barrio”. Los investigadores encontraron, adicionalmente, que el nivel freático (agua subterránea) era muy superficial, lo cual ha agudizado la problemática. Sin embargo, se determinó que la quebrada La Ceibala no era la causa de lo ocurrido.

 
Metodología

 
Para poder emitir un concepto, primero se conformó un equipo de trabajo que incluyó hidrólogos para investigar la quebrada, pues se creía que era la causa del movimiento. Otro grupo convocado para el estudio fue el de geotecnia, que tuvo como responsabilidad hacer una serie de perforaciones para conocer la situación de los materiales sobre los cuales estaba construido el barrio. En tanto, un equipo de patología de estructuras de la Facultad de Arquitectura se encargó de investigar todas las edificaciones e identificar cuáles de ellas estaban en condiciones malas, regulares y aceptables para habitar. Adicionalmente, hicieron parte del colectivo de investigadores, profesionales del área de geología y geomorfología que también intentaban entender el fenómeno.

 
De igual forma se estudió el alcantarillado del sector, pues había evidencias de que estaba en mal estado. Por otro lado, se hizo un trabajo con la comunidad en el que se incluyeron encuestas, talleres y reuniones, para tratar de entender cuál era el perfil de los habitantes de la zona y cuál era la percepción sobre el problema, así como posibles soluciones. Por cada grupo había un profesor de la Facultad de Minas o de la Facultad de Arquitectura como coordinador. En el área estudiada había “algo así como ocho manzanas y unas 60 viviendas, de las cuales un 30% o 40% ya estaban demolidas, en muy mal estado o desocupadas”, señala el docente. Frente a las soluciones, una vez se determinó que tampoco se trataba de un tema relacionado con la minería en la zona, se recomendó estabilizar esa vertiente. “De no hacerlo, era muy probable que el problema se incrementara e incluso pudiera abarcar zonas más amplias del municipio”.

 
En cuanto a ese punto, se acordaron trabajos relacionados con terraceos, la estabilización de algunos de los deslizamientos más urgentes y el monitoreo durante un período de un año aproximadamente, que cubriera tiempo seco y de lluvias. El profesor Caballero agregó: “En la zona donde se recomendó la relocalización de las viviendas, consideramos que todo lo que queda debe ser demolido. Ahí debe pensarse en construir o adecuar algún tipo de infraestructura que no sea de habitación permanente, pero que pueda servir para la comunidad del municipio, como un gran espacio público de recreación o deportivo”. Finalmente, manifestó que Colombia es un país difícil por ser lluvioso y tener una geología compleja y sísmicamente activa. Por ello, insistió en que las situaciones de este tipo merecen atención temprana, no solo en gestión de riesgo y desastres, sino “con un trabajo permanente y cotidiano que tiene que ver con las autoridades y los funcionarios, además de políticas preventivas y acciones rápidas”.

 

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Fuente:
UNAL

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